GRUPO EXCURSIONISTA DE PEÑALARA EN LA SALIDA A LA SIERRA DE TRAMONTANA (MALLORCA).
1 al 4 de mayo de 2025.
Hemos vuelto a la Sierra de Tramuntana para recorrerla y disfrutarla. Esta montaña y sus vistas al mar hacen de ella que sea tan especial.
Y es especial porque es muy esforzada, cualquier tramo lo haces sobre piedra caliza, más o menos pulida, y dando gracias a los numerosos caminos que conforman el GR-221 que cruza el norte de la isla de lado a lado y que hemos aprovechado en nuestros recorridos.
Estaban planificados tres días de actividad y hemos cumplido las rutas previstas, con buen tiempo, y disfrutándolo sobre todo viendo cada día que en el resto de España estaba lloviendo y en Mallorca solo estaba algo nublado un día, otro con calima y otro ventoso.
Partimos el jueves 1 de mayo, primer día de actividad, los 27 participantes, para hacer Los Tres Miles de Mallorca, un recorrido que une tres cumbres en una ruta circular. Nos recogió el autobús y nos depositó a la vera del embalse de Cúber, cerca de Sóller, después de innumerables curvas y ciclistas.
La primera subida nos encaminó a Sa Rateta, cuya cumbre plana tiene forma alargada que quizás parezca una ratita de lejos y de ahí su nombre. En ese punto, el viento arreciaba y casi no nos dejaba permanecer de pie. Desde ese punto, frente a nosotros, se veían el Puig Mayor y el Massanella, los picos más altos de la sierra.
Bajamos para pasar a la siguiente subida a Na Franquesa, algo expuesta y pedregosa y con poco tan poco espacio que no nos permitía estar todos a la vez.
De ahí, nos encaminamos bajando de nuevo para subir al último pico, el L’Ofre, el único que tiene vegetación hasta la cumbre. La última bajada fue abrupta y dura pendiente, por lo que hubo que ir con tiento para llegar a la pista que rodea el embalse de Cúber y llegar al punto de partida, donde nos esperaba el autobús. Fueron 13,4 km, 771 m de subida y 777 m de bajada.
Al día siguiente, viernes 2 de mayo, nos dirigimos a Valldemossa, punto de inicio del segundo recorrido. La carretera fue mejor pero, al ser laborable, había más coches transitando.
En la subida, atravesamos bosques de encinas, y vimos restos de carboneras de carbón vegetal y de hornos de cal que eran uno de los medios de vida de la gente.
Una vez llegamos a la cresta de la sierra, y al Camí construido por el Archiduque Luis Salvador de Baviera, a finales del siglo XIX, con la técnica tradicional de la sierra, de pedra en sec, disfrutamos de unas vistas del mar y del islote de Sa Foradada algo enturbiadas por la calima pero con buena temperatura. Animados por tan bella perspectiva, iniciamos la bajada. Y Deiá estaba preciosa, pero llena de gente. El autobús solo tuvo tiempo de parar, recogernos e iniciar la vuelta. Fueron 12,4 km., 702 de subida y 931 m de bajada.
El tercer y último día, el sábado 3 de mayo, teníamos por delante una ruta con un desnivel moderado que nos permitiría disfrutar del recorrido. Nos recogió el autobús y la carretera hasta el punto de salida, Coll de Sa Gramola, fue penoso por lo estrecho de la carretera y por los ciclistas que encontrábamos. Cuando bajamos para iniciar la marcha, hacía un viento fuerte y frío, por lo que, por primera vez, hubo que abrigarse un poco. En cuanto empezamos a andar, ya sobraban las prendas.
Subimos hasta un Mirador al borde de un acantilado con unas magníficas vistas de La Dragonera con su perfil de dragón.
Continuamos, ya de bajada, hacia La Trapa, zona con las casas monásticas en rehabilitación. Estas construcciones y un molino cercano en su día estuvieron ocupadas por monjes trapenses y ahora, a través de voluntarios y las aportaciones que consiguen, están siendo recuperadas, así como los bancales que servían de huerta.
Y la bajada posterior tuvo un paso de destrepe, asegurado con cadenas, que le puso un punto divertido al final de la ruta, junto con un botador en el camino. Llegamos a Sant Elm, punto de destino, y allí, los que quisimos, pudimos darnos un baño en el mar que, a la tarde, estaba tranquilo y con temperatura aceptable, tanto dentro como fuera del agua. Fueron 11,3 km., 304 m de subida y 625 m de bajada.
Y por última vez, nos recogió el autobús, que también necesitó el conductor circular con precaución por lo estrecho de la calzada.
Cabe destacar que en la primera y tercera ruta nos acompañó Jaume, que es un buen amigo mallorquín y gran conocedor del terreno, que nos aportó sus conocimientos.
El domingo 4 de mayo, ya fuera de programa, aprovechamos para visitar la preciosa ciudad de Palma de Mallorca, su magnifica Catedral, el Palacio de la Almudaina, los Baños Árabes, su casco antiguo y la fantástica gastronomía que pudimos degustar…
En resumen, cumplimos los objetivos previstos con buen tiempo, disfrutando y en estupenda compañía.
Texto de Angelines Sánchez.
Fotografías de los asistentes a la ruta.
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