CRÓNICA DE LA SALIDA A LA TORRE DE PEÑALARA Y OTRAS CUMBRES DEL VALLE DE VALDEÓN
Días 12 a 14 de septiembre de 2025
(SECCIÓN DE MONTAÑA – R.S.E.A. PEÑALARA)
La elección del mes de septiembre para subir al macizo central de Picos de Europa no es casual: es el mes del año en el que hay más posibilidades de tener buen tiempo, asunto que es esencial si se quieren hacer ascensiones y crestear entre las torres, dada la naturaleza abrupta y escarpada del terreno, con evidente riesgo en el movimiento.
La idea de esta salida la fue fraguando mucho tiempo antes nuestro compañero y organizador Manuel Campos Leza, que años atrás había realizado la travesía entre refugios del Parque Nacional quedando encantado de la belleza de estas montañas. Este año ha querido compartir con nosotros la ascensión a algunas cumbres del macizo del Llambrión partiendo del refugio de Collado Jermoso, a 2064 metros, situado en un balcón a 1200 metros por encima del valle de Valdeón en un enclave único.
Por su dificultad y compromiso no es un tipo de actividad que últimamente se prodigue en la programación de la Sección de Montaña, por lo que hay que agradecer sobremanera la valentía de Manuel al proponerla y llevarnos allí, pensando siempre en nuestra seguridad, lo que le llevó a recorrerla meses antes guiado por Isidoro Rodríguez Cubillas, al que, gracias a su generosidad y gran conocimiento de los Picos de Europa, hemos podido hacer estas ascensiones.
Para la salida necesitamos tres días, por lo que partimos de Madrid en dos coches el viernes por la mañana a primera hora, juntándonos en el puerto de Pandetrave a las 13:15 h, lugar en el que el grupo se ha dividido en dos para ascender hasta el refugio: uno ha bajado hasta la localidad de Cordiñanes a 850 metros, y el otro ha continuado por una pista hasta el aparcamiento de collado de Valcavao, a 1780 metros, para dirigirse a Cabén de Remoña.

Desde el puerto de Pandetrave, las peñas Cifuentes: Friero, Hoyo Chico, Hoyo de Liordes y Salinas
La tarde del viernes es soleada y sin viento en el valle de Valdeón, con una temperatura ideal para subir al refugio. El grupo de Cordiñanes lo formamos Pedro, Álvaro, Iván y Juanma, y dejamos el coche en un aparcamiento sombreado por grandes robles que hay junto a una fuente dentro de la pequeña localidad. Enseguida localizamos la senda de subida y comenzamos con buen ritmo teniendo presente que tenemos que ascender 1200 metros antes de la cena prevista para las 19:30 h. Tras pasar un promontorio rocoso asegurado con algunas cadenas, nos adentramos en el valle de Riega de La Sotín atravesando en la parte inicial un fresco hayedo que desaparece según ascendemos en dirección sureste. El grupo se ve fuerte y llegamos sin dificultad al fondo del valle, a la altura de la Torre del Friero, donde giramos en dirección noreste para coger la senda zigzagueante y vertiginosa que se cuelga del pequeño barranco del arroyo Congosto que nos lleva en 3:45 horas al balcón donde descansa el refugio

Torre del Friero entre nubes, desde el refugio Diego Mella
El grupo que sube desde el Collado de Valcavao lo forman Manuel (con el peso añadido de los elementos de seguridad del grupo), Cristina y Alfredo. Comoquiera que el desnivel a salvar es menor, lo toman con tranquilidad y ascienden con algunas paradas, por lo que llegan al refugio rozando la cena, donde nos juntamos todos comentando las vicisitudes de la subida y saboreando una buena cena preparada por el atento personal del refugio.

Collado Jermoso, refugio Diego Mella y Peña Santa al fondo, desde Las Colladinas
El sábado amanece fresco y soleado. Frente a nosotros se alza un imponente murallón calizo de 600 metros de desnivel que parece cercano, pero que no engaña sobre la dificultad de ascenderlo: es el mundo de lo vertical. Vemos la torre Peñalba en primer término, tras la cual se alza la torre de la Palanca que continúa en sucesión encrestada discontinua con las torres del Hoyo Grande, Peñalara y las Llastrias, baja al collado de Tiro Callejo y sube a la derecha a la torre del Llambrión.
Desayunamos a las 7:30 h y comenzamos la ruta sobre las 8:30 h por la senda que se dirige a Caben de Remoña, que abandonamos pronto por otra más empinada con rumbo este para enfilar el collado de Tiro Callejo, que parece cerca, pero del que nos separan 500 m de desnivel. Al poco de coger la sinuosa y empinada senda se interpone de frente una cascada de piedra muy vertical que obliga al camino a desviarse hacía la torre Peñalba, para luego, salvada la pared, volver a apuntar al collado atravesando antes por el Jou (depresión, hoya) del Llambrión, que no se adivinaba desde abajo, pero que conforma un pequeño circo kárstico bastante plano agujereado de simas muy profundas que hacen pensar en el peligro de ir por allí en otras épocas del año cuando la nieve las oculta. Afortunadamente las visualizamos y apreciamos alguna de hasta 20 m de profundidad, para continuar por lanchas hacia un derrumbadero de piedrecillas por el que se encarama una senda fantasma muy empinada que se deshace a nuestro paso. Tras la penosa subida, con los cascos ya puestos, tras faldear una pared, nos adentramos en un tramo acanalado que nos procura las primeras dificultades en la ascensión, pero que conseguimos superar ayudándonos unos a otros, sin bajar la guardia en ningún momento por el evidente peligro de caída de piedras dada su verticalidad. Poco a poco subimos todos hasta pegarnos a un farallón vertical, para luego afrontar la última parte de la subida atravesando de nuevo una glera que baja del collado, al cual llegamos al fin contentos y felices tras esta primera prueba superada.

Acceso a la canal del Tiro Callejo
A partir de allí, tras descansar y avituallarnos un poco, la cosa parece más
, pero sabemos que nos esperan varios retos que de momento posponemos. Tras dejar las mochilas en lugar discreto, continuamos a nuestra izquierda por la falda pedregosa de la crestería que termina en la torre del Hoyo Grande, a 2602 m, donde paramos y contemplamos un panorama espectacular dado el limpio día que nos acoge: la Torre Bermeja y la Peña Santa de Castilla, en el macizo occidental; cerca la Palanca; al norte Torrecerredo y el Pico Urriellu; más al este el Tesorero y Peña Vieja; y al oeste la Torre del Llambrión (2647 m), que nos espera. Para nuestro disfrute también se vislumbra el azul del mar Cantábrico

En la Torre del Hoyo Grande, y detrás las torres de Cabrones, Cerredo, Bermeja, Coello y de la Párdida
Tras vernos recompensados con esta vista reservada a montañeros, regresamos hacia el collado, pero esta vez por la cresta que conduce a la Torre Peñalara, a 2596 m, que da nombre a esta salida en un guiño del organizador a nuestro club, y la Torre de Llastrias, a 2603 m

En la Torre de Peñalara, 2596 m, al fondo Tiro Tirso, Llambrión y Torre de las Llastrias
Recuperadas las mochilas, ascendemos desde el collado con cuidado por la arista que conduce a la Torre de Llambrión, a 2642 m, con algunos pasos expuestos que nos obligan a detenernos para atravesarlos con seguridad. Ya en la cumbre paramos para contemplar este paisaje agreste y desnudo, de piedra plateada, desafiante de la gravedad, lleno de espacio y del azul del cielo, que nos hace tomar conciencia de nuestra pequeñez y de la belleza del entorno. Allí abajo, muy abajo, divisamos nuestro pequeño refugio, donde tenemos que volver.

En la Torre de Llambrión, 2642 m, al fondo Peña Santa
Comenzada la bajada, dejamos las mochilas para acercarnos (no podía ser menos siendo peñalaros) a la Torre de Casiano del Prado, a 2613 m, última cumbre que sirve de guinda a este esforzado día.

Descenso por la arista del Llambrión

Subiendo a la Torre Casiano de Prado
De vuelta a las mochilas, hacemos un alto para comer y reponer fuerzas, que necesitaremos porque se adivina un descenso galopante que va a exigirnos la mayor concentración y cuidado.
Tras el descanso nos topamos de primeras con un paso muy estrecho y en pendiente, con un patio que no admite errores, lo que nos hace tomar las medidas adecuadas para hacerlo con seguridad después de ponderar varias alternativas.

Cruzando la repisa expuesta al vacío
Continuamos después por donde nos conducen unas marcas amarillas que nos orientan para no enriscarnos, lo cual no impide que tengamos una sucesión continua de canales y lanchas con mucha inclinación que tenemos que destrepar y nos obligan a la máxima atención.

Descenso hacia el refugio Diego Mella por la vía de las marcas amarillas, detrás el macizo de la Bermeja
Así hasta descender, poco a poco, al Jou del Llambrión y enlazar con la senda de subida. Reagrupados en este punto, nos admiramos del sitio por donde hemos bajado, que parece inaccesible a primera vista, pero que ahora sabemos que la montaña permitía pasar, cobrándose el precio del respeto. De aquí en adelante hay poco de contar: la bajada rápida en lo que permite la senda, con el deseo de llegar al refugio para ducharnos (el que puede), cenar y descansar. Ha sido un día muy montañero por su intensidad, que deja en segundo plano los 700 m positivos y negativos que hemos realizado.
Pero como somos peñalaros y apuramos la montaña hasta donde nos es posible, después de asearnos y cambiarnos de ropa, subimos al collado que asoma detrás del refugio para contemplar el ocaso con el mar de nubes, por encima del cual solo se ven las cresterías de las torres Bermeja y Peña Santa; a nuestra espalda se impone el paredón que nos ha ocupado el día, anaranjado por el sol declinante que a la postre desaparece.

Puesta de sol sobre el macizo de la Bermeja, desde el collado Jermoso, Peña Santa a la derecha
El domingo amanece con niebla que se levanta a poco dejando el día nublado, aunque finalmente se despeja. Desayunamos y nos despedimos del refugio agradeciendo las buenas maneras del personal que lo sirve, comprándoles como recuerdo algunas camisetas

Nos despedimos y agradecemos al magnífico refugio Diego Mella
Comenzamos la actividad sobre la misma hora del sábado por la senda que asciende hasta el collado de las Colladinas, a 2172 m, teniendo enfrente, al otro lado del profundo escarpe, las torres de Friero, Hoyo de Liordes y Salinas, que van pasando a nuestra vista según avanzamos, perdiendo ya de vista Peña Santa y la Bermeja.

Desde Las Colladinas, el refugio Diego Mella, y la Bermeja y Peña Santa entre nubes
Tras pequeñas subidas y bajadas, con amenas conversaciones entre los participantes, alcanzamos la vega de Liordes, un lugar alfombrado de verde como suspendido entre montañas de plata, que remata en altura el valle de Riega de la Sotín, quedando al este, por encima, el teleférico de Fuente Dé.
Pero nuestro camino no va en esa dirección. Nos separamos de ese rumbo girando a la derecha para subir hasta el collado del Alto de la Canal, a 2035 metros, donde hacemos un breve descanso, dejando las mochilas en lugar discreto porque tendremos que volver al mismo punto tras ascender a nuestro objetivo montañero del día: la Torre Salinas, a 2447 metros.

Hacia la Torre Salinas, próximo objetivo
Como era de esperar en Picos de Europa, no hay ascensión fácil. Enseguida comprobamos la ausencia de senda; únicamente los hitos nos orientan entre el pedregal por el que comenzamos la aproximación hasta llegar a los derrubios de piedra suelta y tierra que descienden en gravedad por la descomposición de las partes altas, lo que obliga a pegarnos a la parte rocosa para poder progresar. Ello nos conduce a una gran chimenea que, a primera vista, parece subir hasta la cima, pero que no tomamos avisados por los hitos de su dificultad, que nos llevan hacia una cresta rocosa a la izquierda. A partir de ahí, plegamos bastones y comenzamos a utilizar nuestras manos para ayudarnos en la subida, primero por una pequeña canal, y luego ya directamente por un espolón que conduce directo a la antecima, donde hay un pequeño descansillo donde desembocaba la citada chimenea. Nos queda la última parte de la ascensión: una cresta rocosa que no parece terminar y que exige nuestras manos y atención, para finalmente poder auparnos hasta el hito que culmina la Torre Salinas, lo que provoca nuestra alegría y abrazos. No hay montañas fáciles en las torres de Picos, y esta nos lo demuestra.

En Torre Salinas; a nuestra espalda el refugio Diego Mella, torres Peñalba, Delgado Úbeda, Diego Mella, Palanca, Casiano de Prado, Llambrión, Tiro Tirso, Blanca, Tiro Llago y arista de Madejuno
Tras descansar, avituallarnos y disfrutar de la vista -que esta vez nos asoma hacia las localidades del valle del Valdeón y desde donde apreciamos el collado de Valcavao, donde nos espera uno de los coches- emprendemos el retorno con redoblada atención para evitar resbalones y la caída de piedras a los compañeros que abren la bajada. Hay que alabar el esmerado cuidado con el que todos descendimos la montaña: paso a paso, despacio, con tiento, sin prisas, casi en silencio.
Cuando regresamos al collado, que nos aguarda con la vista de una formidable pared donde vemos gente escalando, nos parece que ya está todo casi terminado; que sólo queda un ratillo para llegar al coche. Pero esa apreciación se desmiente cuando sobrepasamos el collado y, para nuestra sorpresa, tenemos que ascender una loma, a la que sigue una sinuosa y muy empinada bajada hasta llegar con paciencia a un praderío desde el que sale una pista que nos lleva a nuestro destino, que alcanzamos sobre las 17 horas. El día se salda con un ascenso acumulado de 850 m y 1150 m de bajada. Todavía nos cabe la idea de descender hasta Santa María de Valdeón, pero nuestra racionalidad se impune a nuestros deseos, porque tenemos que volver a Madrid, so pena de llegar de madrugada, y la mayoría tenemos que trabajar.
Ha sido un fin de semana redondo, que ha puesto a prueba nuestro estado físico y un reto para nuestros límites, confirmando nuestras ganas de hacer montaña y de hacerlo en un grupo humano movido por el mismo anhelo de disfrute del paisaje, el esfuerzo y la grata compañía. Sobresaliente.
Juan Manuel García Blázquez.
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