
CRÓNICA DE LA SALIDA AL PARQUE NATURAL DE CAZORLA, SEGURA Y LAS VILLAS (JAÉN)..
7, 8 y 9 de noviembre de 2025
El otoño paseado por Cazorla

El aún joven rio Guadalquivir, antes de aquietar sus aguas en el embalse del Tranco de Beas, discurre por los valles del Parque Natural de Cazorla, Segura y las Villas, aliviando a su paso la sed y las necesidades de personas, animales y campos.

Es cauce amparado por barreras montañosas que permiten la existencia de un microclima más húmedo de lo esperado en esta latitud de España, siendo factor añadido su aislamiento y difícil travesía para los humanos.

Esto ha permitido a la madre naturaleza, de forma paciente, reunir esos factores para consentirnos gozar con la mirada o recorriendo por sus sendas sus masas pétreas, permitiendo además una vegetación variada y desbordante en las laderas, con una fragosidad que convierte el paraje en un espectáculo único.

Añadamos a esto una fauna altamente variada y abundante, de la que luego hablaremos, que no hace extrañar al caminante descubrir fugazmente a alguno de estos ejemplares de naturaleza huidiza.
Ya os he dibujado el marco, y ello sin un ápice de extremosidad.

Peñalara, un año más, de la mano de Paloma Palomares, casi autóctona de la zona, y de Miguel Ángel Ruiz, conocedor también de mil detalles de esta tierra, nos convocaron para paladear y desentrañarnos aquel ambiente, recorriendo el mundo serrano por mínimos senderos, crestas rocosas, miradores infinitos, escarpes y ¡cómo no! los juegos de colores de nubes y soles entreverados entre ramas de encinas, pinos, madroños y matorrales… y allí fuimos hasta treinta de nosotros.

No menos apreciable fue el ambiente peñalaro de sana camaradería y del que disfrutamos desde el principio hasta el final de la actividad. Tampoco debiéramos pasar por alto el cómodo alojamiento y las viandas de la zona, con mención especial para sus aceites, con unas cualidades más que peculiares que se obtienen de la aceituna picual de sus olivos al crecer estos en zonas más altas y húmedas de lo habitual en la producción aceitera de Jaén.

Así que llegó el momento de echar un pie detrás de otro en seguimiento de nuestros guías. La descripción del recorrido ya os la podéis imaginar, cuajada de referencias a lo que ya os he adelantado y a otros aspectos que vendrán después. No me repetiré, por tanto, en los detalles ya referidos, describiendo la, por consiguiente, gran belleza de la ruta realizada.

Una jornada en la que nos fue permitido también imaginar la vida en rústicos cortijos ya abandonados años atrás, el pastoreo de cabras y ovejas, la corta y la saca de madera camino de los astilleros para la construcción de grandes barcos, las vetustas eras con su ancestral trajín para obtener el grano y, por supuesto, la vida actual en alquerías y blancos poblados que tienen en esta época otoñal una vida apacible que será interrumpida con la llegada de muchos turistas y amantes de la naturaleza en fechas más cálidas, fuente principal de su economía ya desde hace bastantes años y donde todos serán siempre bien recibidos y mejor tratados.

Itinerario del sábado, 8 de noviembre: Coto Ríos-ruinas del cortijo de Aguarrocí- collado del Rabilargo- cueva y cumbre del Puntal- cortijo del Olívico-Coto Ríos.

Recorrido de 15 Km. con 850m. positivos y 820 m. negativos.

Domingo 9 de noviembre: Ante la imposibilidad de realizar el itinerario previsto por el mal estado del mismo, se optó en el grupo por diferentes soluciones: algunos realizaron por su cuenta otros itinerarios camperos y la gran mayoría nos desplazamos al Parque Cinegético del Collado del Almendral

Allí transportados en unos divertidos y curiosos trenecillos recorrimos una zona acotada del terreno, dentro del parque, lo que nos permitió observar a muy corta distancia, en semi libertad, la rica fauna de aquel entorno natural con las correspondientes explicaciones dadas por los guías del Parque sobre su forma de vida.

Ocasión tuvimos de tener cerca a cabras montesas, ciervos, gamos, muflones, jabalíes, una pareja de lobos, águilas, cigüeñas, búhos, córvidos y alguno más que tal vez me haya dejado en el tintero.

Resultado final de la experiencia: amena y enriquecedora.

Sólo nos quedaba despedirnos “en paz y compaña”, y eso hicimos con una buena comida en un mesón del camino, ya de regreso, a pocos kilómetros de lo que ya habíamos dejado y disfrutado detrás nuestro: el otoño paseado de Cazorla.

Será hasta la próxima
Texto de José Manuel Cámara López.
Fotografías de los asistentes a la ruta.


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