El Parque Natural de la Montaña Palentina siempre guarda secretos que mostrarnos. Así que allá vamos a por la tercera salida de BTT que organiza Manuel Ruiz (Cholo), en la zona dispuestos a descubrirlos. Esta vez, en el corazón del Parque, con los picos Curavacas y Espigüete presidiendo nuestras andanzas bicicleteras.
Los veinte peñalaros que hemos disfrutado de este magnífico fin de semana fuimos llegando el viernes a Triollo poco a poco, al Hostal La Montaña, donde nos hemos alojado.
El sábado 6 de septiembre salimos del mismo Triollo «con la fresca», muy fresca, por cierto, hacia Vidrieros remontando el río Carrión.

Salida del sábado

Zona quemada
Una buena pista nos llevó hasta el puente Pucherín para ir ganando altura suavemente por el valle de Pineda. Somos testigos del fuego despiadado que hace unas semanas ennegreció el paisaje llegando hasta la misma pista, que hizo de cortafuegos. Avanzamos entre pastos y vacas tudancas, que vigilan nuestro pedaleo con sus enormes cuernos. Dejamos atrás algunas cabañas que pueblan el valle cruzando varios arroyos y afrontamos las cuestas, cada vez más pindias, que a más de uno nos bajan de la bici. Abandonamos la pista que se dirige a La Liébana para enfrentarnos a los empinados tramos que ganan altura por la falda del Curavacas, al que venimos bordeando. Las imposibles pendientes nos animan a aparcar las bicis junto al Chozo del Tío Vicente y a continuar a pie hasta el Pozo Curavacas, lago de origen glaciar escondido a 1.786 metros de altitud. Rodeado de un bellísimo paisaje de alta montaña, el Pozo resplandece bajo el sol, mientras el nada despreciable viento mece sus aguas profundas. Ese viento que durante el ascenso dificultaba nuestra progresión ahora nos disuade del ansiado baño… salvo a tres valientes que se zambullen con decisión. Tal gesta merece ser personalizada: Enrique, Carlos y Javier deleitan nuestro almuerzo con su chapuzón meritorio.

Pozo Curavacas
Bajamos por donde hemos subido, pero algo más rápido. Curiosamente, volvemos a tener el viento en contra, lo que no impide que alcancemos Vidrieros con el aliciente de hidratarnos con unas cervecitas en el bar del pueblo, comentando los pormenores de la excelente jornada. Tres kilómetros de bajada por carretera nos devuelven a Triollo, donde repetimos charleta, cervezas y buen rollo en espera de una cena contundente para reponer fuerzas.
El domingo amanece nublado, con una luz preciosa que ya anticipa el otoño. Volvemos a iniciar la ruta desde Triollo, pero esta vez río Carrión abajo, por el sendero histórico GR1 que bordea el embalse de Camporredondo durante los tres primeros kilómetros.

Salida domingo
Tras una buena cuesta, que nos quita el frío mañanero, un prolongado descenso nos lleva al cruce de la pista que accede a Valsurbio. En 4,5 kilómetros de mantenida pendiente subimos algo más de 200 metros para llegar al pueblo abandonado de Valsurbio, «valle de los serbales» según reza el panel explicativo en lo que otrora fue la plaza mayor, hoy una campa desnuda rodeada de enormes árboles. Hemos venido por el único acceso que llega al pueblo, el más alto de Palencia con sus 1.472 metros, recóndito «lugar con encanto y demasiado desencanto». Impresiona su iglesia en ruinas, el cementerio invadido por la maleza, los restos de las casas que llegaron a albergar a cien vecinos antes de desaparecer allá por los años sesenta del pasado siglo. Callejeando damos buena cuenta de una excelente cosecha de moras, en su punto… lo mismo que debió pensar un oso que no hace mucho pasó por allí a juzgar por los excrementos que encontramos en el camino! Un par de casas bien rehabilitadas sugieren que algún humano también transita por el lugar de vez en cuando, además del oso.

Valsurbio

Mirador De Alba de los Cardaños
Recogemos las bicis y una rápida bajada nos lleva a Camporredondo, pueblo coqueto lleno de flores que nos acoge para tomar un cafetín antes de continuar la ruta. La vuelta la hacemos por carretera, que remonta hasta la presa del embalse y lo bordea pasando por Cardaño de Abajo. Las nubes juguetean con la cumbre del Espigüete mientras nos comemos los kilómetros y cruzamos el puente Agudín, pero al llegar al mirador de Alba de los Cardaños tienen el detalle de desvanecerse para permitirnos disfrutar de un panorama soberbio en esta montaña palentina. El retorno a Triollo, «a tumba abierta», nos deja más que satisfechos tras otra jornada memorable. Dos estupendos días de bici sin pinchazos ni averías!
Gracias, Cholo, por la organización, impecable! Gracias a todos por la compañía, entrañable! Hasta la próxima!
Datos técnicos:
* Sábado 6 de septiembre: 45,3 kilómetros y unos 740 metros de desnivel, aunque los GPS registraron notables divergencias.
* Domingo 7 de septiembre: 38,2 kilómetros y 615 metros de desnivel.
Cronista Alicia Valencia García
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